viernes, 19 de abril de 2013

Voces de los jóvenes: Asistir al templo


Los jóvenes comparten sus testimonios del templo y de las lecciones que han aprendido al ir a la casa del Señor (véase D. y C. 110: 7).
En la Conferencia General de abril de 2011, el presidente Thomas S. Monson aconsejó: “Mis jóvenes amigos adolescentes, siempre tengan el templo en la mira” (“El Santo Templo: Un faro para el mundo”, Liahona, mayo de 2011, pág. 93). Pedimos a varios jóvenes que compartan las bendiciones que han recibido por asistir al templo. A continuación se encuentran algunas de sus respuestas. ¿Cuáles son algunas de las bendiciones que has recibido por asistir al templo? Comparte tu experiencia a continuación.

Sabes que estás haciendo algo grandioso

Chloé D., Nevada, EE. UU.
El año pasado, mientras visitaba a unos familiares en Wisconsin, mi prima y yo viajamos al templo con los jóvenes. Fuimos al Templo de Nauvoo, Illinois, y efectuamos bautismos por los muertos. Teníamos muchos nombres de familiares que llevamos al templo. Mi abuela nos contó acerca de una de nuestras antepasadas fallecidas con la que ella tenía una estrecha relación. Me bauticé en nombre de este miembro de la familia y otros antepasados, y fue una experiencia maravillosa, ya que pude sentir su presencia y supe que tendrán la oportunidad de aceptar la obra efectuada por ellos. Cuando voy al templo, sé que estoy haciendo algo grandioso.
El ver fotografías del templo me hace pensar que, a pesar de que hay templos en todo el mundo, se hacen las mismas ordenanzas en cada uno de ellos y se recibe el mismo Espíritu. Allí no pienso en ninguna cosa mala; en el templo sólo llenan mi mente pensamientos edificantes. Es un sentimiento asombroso pensar en cosas que puedes hacer para ayudar a los demás.

Puedo ayudar a personas que no tuvieron esa oportunidad

James N., Misisipi, EE. UU.
Cada vez que voy al Templo de Memphis, Tennessee, me gusta prepararme espiritualmente. Me gusta pensar en las personas por quienes se efectúan las ordenanzas. Muchas veces hay personas que han estado esperando por cientos de años. A veces pienso que no valoro mi propio bautismo; algunas personas nunca tuvieron esa oportunidad de aprender acerca del Evangelio y ser bautizados mientras estaban en la tierra. Creo que es grandioso ser parte de esa obra por ellos. Puedo ayudar a las personas que no tuvieron la oportunidad de bautizarse en la tierra y es asombroso poder hacerlo.

Nuestros compañeros de clase preguntan acerca de nuestros viajes al templo

Annalise K., Arizona, EE. UU.
El templo más cercano para mí es el Templo de Mesa, Arizona. Cada mes, mi escuela tiene días en que salimos de clase más temprano. El año pasado, mis amigos y yo comenzamos una nueva tradición en esos días donde salimos más temprano: vamos a la escuela vestidos con la ropa de los domingos y luego asistimos al templo para efectuar bautismos por los muertos. Sin duda me ha ayudado a adquirir un entendimiento más profundo del templo, de lo que significa y de lo importante que es. El asistir al templo con regularidad me ha ayudado a sentir el Espíritu con más frecuencia. Ciertamente, nos ha unido más los unos a los otros. También, muchos de nuestros compañeros de clase nos preguntan acerca de nuestros viajes al templo porque se dieron cuenta de que por lo menos diez de nosotros siempre vestimos con ropa de domingo los días que salimos más temprano. Este tipo de atención anima a otros jóvenes a asistir también.
Otra bendición ha sido asistir al templo con una amiga cuya familia se opone a la Iglesia. Pudo obtener su primera recomendación y ha sido maravilloso ver el efecto positivo que esto ha tenido en su vida.

Todos mis problemas desaparecen

Kole E., California, EE. UU.
Mi experiencia favorita en el templo fue cuando pude ir por primera vez. Fui al Templo de San Diego, California. Con el solo hecho de poder entrar en él, sentí que todos los problemas que tenía en la escuela desaparecían. Me sentí en paz al estar en el templo. Me invadieron sentimientos de felicidad. Estar en el templo me ayudó a centrarme en lo que necesitaba hacer en la Iglesia y en otros deberes. Era increíble poder ir y alejarme de todos los problemas que tenía.

Establecer metas para asistir al templo

El élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce Apóstoles, ha dicho: “Te exhorto a establecer una meta respecto a la frecuencia con que participarás de las ordenanzas que se ofrecen en nuestros templos en funcionamiento. ¿Qué puede ser más importante que asistir al templo y participar de sus ordenanzas? ¿Qué actividad puede tener mayor impacto y brindar más gozo y una felicidad más profunda que adorar en el templo?” (“¿Cómo podemos aprovechar al máximo nuestra asistencia al templo?”, Liahona, marzo de 2012, pág. 52).
Puedes establecer metas para asistir al templo por ti mismo. Por ejemplo:
  • ¿Con qué frecuencia irás?
  • ¿Cómo te prepararás con antelación para obtener el máximo provecho de tu experiencia en el templo?
  • ¿Hay otras personas a quienes podrías invitar?



Fuente: https://www.lds.org

viernes, 12 de abril de 2013

Mi invitación a la salvación

Emerson José da Silva


Me alegra que mi amigo nunca dejara de invitarme a ir a la Iglesia con él.
Cuando era joven, visité muchas denominaciones religiosas y estaba confundido porque cada una enseñaba diferentes interpretaciones de las Escrituras. No me sentía bien con la irreverencia que encontraba en algunas de ellas, así que desistí de tratar de encontrar una iglesia a la que asistir.
Varios años después, uno de mis amigos, Cleiton Lima, se bautizó en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. No me mencionó nada al respecto a pesar de que éramos buenos amigos, pero al pasar el tiempo, comencé a notar cambios en él. Los domingos por la mañana, generalmente iba a su casa para jugar al fútbol, pero nunca lo encontraba. Eso sucedió dos o tres domingos seguidos; finalmente, Cleiton me dijo que no podía jugar más al fútbol conmigo los domingos porque estaba honrando el día del Señor. Yo le dije: “Esta iglesia te está volviendo loco”.
Entonces Cleiton me invitó a asistir a la Iglesia. Le di una excusa, porque todavía estaba desilusionado con las religiones. Por diez meses Cleiton trajo a los misioneros para que me enseñaran, pero yo siempre encontraba una excusa o les decía que estaba muy ocupado. Sin embargo, él no se dio por vencido.
Un día de junio, me invitó a ir a un baile en la Iglesia. Bromeando, le dije: “¿Va a haber comida gratis y muchas chicas?”. Él, riéndose, ¡dijo que sí!
Tengo que admitir que fue mi estómago el que me convenció. Fui a la Iglesia y me encantó. Todos me recibieron muy bien, comí mucho y sentí interés por asistir a una reunión. Cuando llegué a la Iglesia el domingo, conocí a mucha gente y escuché sus testimonios. Yo no sabía nada sobre el Libro de Mormón, pero sentí el Espíritu del Señor cuando varios miembros de la Iglesia testificaron: “Sé que el Libro de Mormón es verdadero, que ésta es la Iglesia de Jesucristo y que José Smith fue un profeta llamado por Dios”. Nunca me había sentido tan bien. Aún no quería reunirme con los misioneros, pero esa reunión de testimonios me conmovió.
Invitemos siempre a nuestros amigos y familiares a aprender de este Evangelio. Ésta es la Iglesia de Jesucristo y ahora es el momento de invitar a todos a venir a Él.
La semana siguiente, Cleiton volvió a invitarme a ir a la Iglesia; yo no podía porque tenía otro compromiso. Pude ver la tristeza en su rostro cuando le dije que no sabía si podría ir.
Sin embargo, el domingo por la mañana me levanté con el deseo de ir a la Iglesia. Me levanté a las 6:50, lo cual era muy difícil para mí; me preparé y esperé a que viniera Cleiton. Él se sorprendió al verme cambiado y esperándolo. Ese domingo, el obispo enseñó la clase del sacerdocio; sentí muy fuerte la influencia del Espíritu y tuve la impresión de que debía tomar las lecciones misionales. Para cuando finalizó la reunión de los Hombres Jóvenes, sabía que me bautizaría.
Cuando terminaron las reuniones, le dije a Cleiton: “¡Quiero que me bauticen!”.
Pensó que estaba bromeando; pero luego dijo: “Si llamo a los misioneros, ¿te reunirás con ellos?”. Le contesté que sí.
Los misioneros que me enseñaron fueron maravillosos. Cuando escuché el mensaje de la Restauración, tuve una confirmación mayor de que debía bautizarme; pero quería saber por mí mismo la veracidad del Libro de Mormón. Los misioneros marcaron Moroni 10:3–5 en mi ejemplar del libro y me invitaron a que orara y preguntara a Dios si era verdadero.
La noche siguiente recordé que todavía no había leído el Libro de Mormón. Al comenzar a leerlo, sentí el Espíritu muy fuerte; oré, y antes de terminar supe que el Libro de Mormón es verdadero. Estoy agradecido a Dios por haber contestado mi oración. Me bautizaron en julio de 2006.
Más tarde presté servicio como misionero en la Misión Brasil Cuiabá, y mi amigo Cleiton sirvió en la Misión Brasil Santa Maria. Hicimos lo que Cleiton hizo conmigo: invitamos a las personas a venir a Cristo y las ayudamos a recibir el Evangelio restaurado al ejercer la fe en Jesucristo, arrepentirse, ser bautizadas y recibir el don del Espíritu Santo. Éste es verdaderamente el camino a la salvación.
Invitemos siempre a nuestros amigos y parientes a que conozcan este Evangelio, pues el Salvador invitó a todos cuando dijo: “Venid a mí” (Mateo 11:28). Sé que ésta es la Iglesia de Jesucristo y que ahora es el momento de invitar a todos a venir a Él.



Fuente: https://www.lds.org

¿Qué es un verdadero amigo?

Elaine S. Dalton Young Women General President


A veces nos preocupamos por tener amigos; pero tal vez deberíamos centrarnos en ser un amigo.
En el mundo de hoy, que está conectado por medio de la tecnología, la definición de lo que es un amigo ha cambiado. Quizás hoy pensemos que tenemos muchos “amigos”; es verdad, tenemos la capacidad de estar informados y mantenernos al corriente de lo que sucede en la vida de muchos de nuestros conocidos, así como de amigos actuales y pasados, y aún de gente que no hemos conocido personalmente y a quienes llamamos nuestros amigos.
En el contexto de las redes sociales, el término “amigo” se usa con frecuencia para describir a contactos más que a relaciones. Se tiene la capacidad de mandar un mensaje a los “amigos”, pero eso no es lo mismo que tener una relación personal.
A veces nos preocupamos por tener amigos; pero tal vez deberíamos centrarnos en ser un amigo.
Hay muchas definiciones de lo que significa ser un amigo. Nunca olvidaré cuando el élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles, habló sobre lo que significa ser un amigo y la poderosa influencia que nuestros amigos tienen en nuestra vida. Su definición ha tenido un impacto duradero en mi vida. Él dijo: “Los amigos son personas que hacen que sea más fácil vivir el evangelio de Jesucristo”. En ese sentido, el procurar lo mejor para otra persona es la esencia de la verdadera amistad. Es considerar a la otra persona en primer lugar; es ser totalmente honrado, leal y casto en todo lo que se hace. Tal vez sea la palabra dedicación la que revele el verdadero significado de la amistad.
Cuando mi hija Emi tenía 15 años, tomó una decisión en cuanto a la clase de amigos que tendría. Una mañana vi que su ejemplar del Libro de Mormón estaba abierto en Alma 48. Había marcado los versículos que describen al capitán Moroni: “… era Moroni un hombre fuerte y poderoso, un hombre de un entendimiento perfecto… Sí, y era un hombre firme en la fe de Cristo” (versículos 11, 13). En el margen había escrito: “Quiero salir y casarme con un hombre como Moroni”. Al observar a Emi y la clase de jóvenes con los que se relacionaba y con quienes comenzó a salir a los 16 años, pude ver que ella misma era un ejemplo de esas cualidades y que ayudaba a los jóvenes a vivir de acuerdo con su identidad como hijos de Dios, poseedores del sacerdocio, y futuros padres y líderes.
Ideas clave sobre la amistad
“Elige amistades que tengan los mismos valores que tú, a fin de que puedan fortalecerse y animarse mutuamente a vivir normas elevadas.
“Para tener buenos amigos, sé [tú] un buen amigo…
“Al procurar tener amistad con los demás, no comprometas tus normas”.
Para la Fortaleza de la Juventud, 2011, pág. 16.
Los verdaderos amigos influyen en las personas con quienes se relacionan “a elevarse un poco más alto [y] a ser mejores”. Ustedes pueden ayudarse mutuamente, en particular los hombres jóvenes, a prepararse y servir misiones honorables. Pueden ayudarse unos a otros a permanecer moralmente limpios; su buena influencia y amistad pueden surtr un efecto eterno, no sólo en la vida de aquellos con quienes se relacionen, sino por generaciones futuras.
El Salvador llamó amigos a Sus discípulos con estas palabras:
“Éste es mi mandamiento: Que os améis los unos a los otros, como yo os he amado.
“Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos.
“Vosotros sois mis amigos si hacéis las cosas que yo os mando.
“Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos porque todas las cosas que oí de mi Padre os las he dado a conocer” (Juan 15:12–15; cursiva agregada).
A medida que vivan y compartan el evangelio de Jesucristo, atraerán a personas que querrán ser sus amigos; no sólo un contacto en un sitio de redes sociales, sino la clase de amigo que el Salvador ejemplificó por medio de Sus palabras y Su ejemplo. Al tratar de ser amigos de las demás personas y permitir que brille su luz, la influencia de ustedes bendecirá la vida de muchos de aquellos con quienes se relacionen. Sé que al concentrarse en ser amigos de los demás, según lo definen los profetas y los ejemplos de las Escrituras, serán felices y serán una influencia positiva en el mundo, y un día recibirán la gloriosa promesa que se menciona en las Escrituras en cuanto a la verdadera amistad: “…la misma sociabilidad que existe entre nosotros aquí, existirá entre nosotros allá; pero la acompañará una gloria eterna” (D. y C. 130:2).



Fuente: https://www.lds.org

¿Por qué necesitamos el Libro de Mormón?


Hay muchas razones por las que el Libro de Mormón es importante en nuestros días.
Puede que algunas personas se pregunten por qué necesitamos el Libro de Mormón cuando ya tenemos la Biblia. De hecho, Jesucristo testificó que eso sucedería (véase 2 Nefi 29:3). Hay muchas razones por las que el Libro de Mormón es importante en nuestros días (por ejemplo, véase 2 Nefi 29:7–11). A continuación se encuentran sólo algunas razones por las cuales es esencial.

Otro Testamento de Jesucristo

Las Escrituras nos muestran un modelo que incluye el uso de múltiples testigos para establecer la verdad en la Iglesia de Cristo. El Libro de Mormón es un segundo testigo de la Biblia como testimonio de Cristo. El élder Mark E. Petersen (1900–1984), del Quórum de los Doce Apóstoles, dijo una vez: “La razón principal por la cual tenemos el Libro de Mormón es que en boca de dos o de tres testigos se establecerá toda palabra (véase 2 Corintios 13:1). Tenemos la Biblia, y también el Libro de Mormón. Constituyen dos voces, dos volúmenes de Escrituras, provenientes de dos pueblos antiguos separados por una gran distancia, y ambos testifican de la divinidad del Señor Jesucristo”1. El presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) agregó: “No podemos olvidar que el Señor mismo proporcionó el Libro de Mormón como su testigo principal”2.

La plenitud del Evangelio

Sabemos que hay “cosas claras y preciosas… que se han quitado” de la Biblia a través de los tiempos (véase 1 Nefi 13:40). El Libro de Mormón clarifica la doctrina de Cristo y establece la plenitud del Evangelio sobre la tierra una vez más (véase 1 Nefi 13:38–41). Por ejemplo, el Libro de Mormón nos ayuda a saber que el bautismo se debe efectuar por inmersión (véase 3 Nefi 11:26) y que los niños pequeñitos no necesitan ser bautizados (véase Moroni 8:4–26).

Esencial para la Iglesia restaurada

José Smith testificó que el Libro de Mormón es “la clave de nuestra religión”3. Puesto que sabemos esto, no parece una coincidencia que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se organizó el 6 de abril de 1830, sólo once días después de que el Libro de Mormón fue puesto por primera vez en venta al público el 26 de marzo de 1830. La Iglesia no se organizó hasta que la Escritura clave estuviera disponible para los miembros.
Respecto al Libro de Mormón, José Smith enseñó que “un hombre se acercaría más a Dios al seguir sus preceptos que los de cualquier otro libro”. Tiene el poder de cambiar vidas, incluso la de ustedes y las de aquellos a los que comparten el Libro de Mormón.

Una bendición en nuestra vida

Respecto al Libro de Mormón, José Smith enseñó: “que un hombre se acercaría más a Dios al seguir sus preceptos que los de cualquier otro libro”4. Tiene el poder de cambiar vidas, incluso la de ustedes y las de aquellos a los que comparten el Libro de Mormón. El presidente Henry B. Eyring, Primer Consejero de la Primera Presidencia, ha testificado: “La influencia del Libro de Mormón en la personalidad, el poder y la valentía de ustedes para ser testigos de Dios es real. La doctrina y los ejemplos de valor que contiene el libro los elevarán, los guiarán y les darán valor… El estudio con oración del Libro de Mormón edificará la fe en Dios el Padre, en Su Amado Hijo y en Su evangelio. Fortalecerá la fe de ustedes en los profetas de Dios, tanto los antiguos como los modernos… Puede acercarlos más a Dios que cualquier otro libro; puede cambiar una vida para mejor”5.

Dos testigos

“La Biblia es un testigo de Jesucristo; el Libro de Mormón es otro. ¿Por qué es tan crítico este segundo testigo? La siguiente ilustración puede ayudar: ¿Cuántas líneas rectas se pueden dibujar que atraviesen el mismo punto en una hoja de papel? La respuesta es: infinitas. Imaginen por un momento que ese punto represente la Biblia y que cientos de esas líneas que lo atraviesan representan diferentes interpretaciones de la Biblia; y cada una de esas interpretaciones representa una iglesia distinta.
“¿Pero qué pasa si en esa hoja de papel hay un segundo punto que represente al Libro de Mormón? ¿Cuántas líneas rectas se pueden dibujar entre esos dos puntos de referencia, la Biblia y el Libro de Mormón? Sólo una. Sólo una interpretación de la doctrina de Cristo subsiste con el testimonio de estos dos testigos.
“Una y otra vez el Libro de Mormón actúa como un testigo confirmador, clarificador y unificador de las doctrinas que enseña la Biblia” (élder Tad R. Callister, de la Presidencia de los Setenta, “El Libro de Mormón: Un libro proveniente de Dios”, Liahona, noviembre de 2011, pág. 75).

Únete a la conversación

Durante el mes de abril estudiarán acerca de la Apostasía y la Restauración en sus quórumes del sacerdocio y las clases de las Mujeres Jóvenes y de la Escuela Dominical. La salida a luz del Libro de Mormón fue una parte importante de la Restauración. Después de leer este artículo, piensa en cómo tu vida es diferente debido a que tienes el Libro de Mormón. Podrías anotar los sentimientos en tu diario personal y considerar compartirlos con los demás, testificando en el hogar, en la Iglesia o en los medios de comunicación social. También puedes compartir tus pensamientos con otros jóvenes haciendo clic en Comparte tu experiencia a continuación.
Notas
1. Mark E. Petersen, “La evidencia de las cosas que no se ven”, Liahona, agosto de 1978.
2. The Teachings of Ezra Taft Benson, 1988, pág. 204.
3. José Smith, en la introducción del Libro de Mormón.
4. José Smith, en la introducción del Libro de Mormón.
5. Henry B. Eyring, “Un testigo”, Liahona, noviembre de 2011, págs. 68–71.



Fuente: https://www.lds.org

Tengo un testimonio de la familia

Ann M. Dibb Segunda Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes


Sugerencias para ayudarte a obtener un testimonio sobre la importancia de la familia.
Hace años escuché a una hermana de mi barrio dar su testimonio. Recuerdo lo que dijo y lo que sentí. La hermana Reese expresó gratitud por su familia justa, y por el gozo y el consuelo que le daba el concepto de las familias eternas. Sentí que el Espíritu confirmaba mi deseo sincero de tener esa misma bendición y ese testimonio acerca de la familia.
Permítanme ofrecer algunas sugerencias a fin de ayudarlos a obtener un testimonio en cuanto a la importancia de la familia:
1. Busquen la inspiración del Señor con oración y registren las impresiones que reciban mientras estudian. Guarden los mandamientos a fin de purificar sus vidas; eso los ayudará a ser dignos de la compañía del Espíritu, quien los ayudará en su búsqueda.
2. Lean “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, pronunciada por vez primera por un profeta hace casi veinte años. Mi testimonio de los profetas, videntes y reveladores se fortalece al leer este documento y considerar los cambios que han tenido lugar en el mundo en lo referente a la familia. Al leer la proclamación, tomen nota de las doctrinas, los consejos, las advertencias y las bendiciones prometidas, y de lo que éstas significan para ustedes personalmente.
3. Estudien las palabras de los profetas y de las Autoridades Generales. Sus palabras son inspiradas y bendecirán a las personas que crean en ellas y las sigan. Por ejemplo, el presidente Thomas S. Monson enseñó: “La familia debe conservar su lugar de preeminencia en nuestro modo de vida, porque es la única base posible que siempre ha resultado factible para que las sociedades de seres humanos responsables construyan para el futuro y mantengan los valores que atesoran en el presente”.
“Dios desea que todos Sus hijos vengan al mundo como parte de una familia eterna, con una madre y un padre que se amen y se cuiden mutuamente y que hagan lo mismo por sus hijos. Si eso no sucediera contigo, sé paciente y sigue viviendo rectamente. Busca modelos dignos para imitar. Prepárate ahora mismo para cumplir con tu función divina de esposo o esposa y de padre o madre. Comprométete a contraer matrimonio en el templo y a establecer tu propia familia eterna” (Para la Fortaleza de la Juventud, folleto, 2011, pág. 15).
4. Estudien las Escrituras. En ellas encontramos muchos ejemplos de familias que se establecieron sobre el cimiento de la rectitud, la obediencia y la fe en el testimonio de Jesucristo. Lean las Escrituras, en especial el Libro de Mormón, con esta pregunta en mente: “¿Qué enseñanzas me bendecirían si las pongo en práctica en mi familia actual y en la futura?”.
5. Estudien el librito Para la Fortaleza de la Juventud, especialmente la sección “La familia”. Aprendan acerca de las responsabilidades y las bendiciones de la familia. Tomen nota de lo que se requiere de cada integrante a fin de crear y mantener una familia unida, que se centre en el Evangelio. Determinen la forma en que pueden fortalecer la relación con los integrantes de su familia. Busquen la confianza y el consuelo que se mencionan en el recuadro lateral derecho.
En verdad, cada sección de Para la Fortaleza de la Juventud se relaciona directamente con las relaciones familiares y la forma de mejorarlas. En la medida en que cada integrante siga las normas y los mandamientos, serán bendecidos con la compañía del Espíritu Santo y serán dignos de recibir las sagradas ordenanzas y convenios del templo, que bendecirán a cada familia ahora y eternamente.
6. Actúen de conformidad con lo que hayan aprendido durante su estudio y apliquen lo que hayan aprendido en su familia (véase D. y C. 88:119).
He oído testimonios conmovedores de jovencitas que han trabajado en la experiencia del tercer valor, en la sección de la naturaleza divina del Progreso Personal, donde se pide a las jóvenes que hagan un esfuerzo por fortalecer sus relaciones familiares durante dos semanas (los hombres jóvenes pueden encontrar un plan similar en Cumplir Mi Deber a Dios, 2010, págs. 80–81). Una jovencita comenta: “He experimentado un milagro. Amo a mi hermana, ¡y sucedió en sólo dos semanas! Me he puesto la meta de repetir esta experiencia con cada integrante de mi familia cada año. ¿Por qué? ¡Porque me ha hecho muy feliz!”.
7. Oren y busquen la confirmación mediante el Espíritu en cuanto a la importancia de la familia. Sean pacientes y estén atentos. El testimonio vendrá por medio del Espíritu porque “la familia es ordenada por Dios” y “es la unidad más importante que hay en esta vida y en la eternidad”.
Sé que si hacemos estas cosas, llegará el día en que ustedes, como la hermana Reese, podrán ponerse de pie y decir: “Tengo un testimonio de la familia, y este conocimiento me da consuelo y gozo”.



Fuente: https://www.lds.org

Mi hermano creyó en mí

David Dickson Liahona


Dan me ayudó a desarrollar un talento que yo estaba seguro que no tenía.
A los 15 años aprendí una verdad acerca de mis talentos —o mejor dicho, mi falta de ellos— en un área en particular: no podía cantar.
Participé en las audiciones para una obra de teatro de la comunidad y mi solo a capela sonó tan mal que, por la mitad, un pianista sintió lástima, subió al escenario y empezó a tocar un acompañamiento. Después de eso, prometí que jamás volverían a oírme cantar. Era hora de dejar el canto y buscar otra cosa para hacer, pues una sola experiencia humillante era más que suficiente.
Sin embargo, mi hermano mayor Dan, que era un cantante increíble, tenía otros planes. Varios meses después de mi audición, me preguntó por qué últimamente tenía tanto miedo de cantar.
“Fortalece las relaciones que tienes con tus hermanos y hermanas; ellos pueden llegar a ser tus mejores amigos. Apóyalos en todo lo que sea de interés para ellos y ayúdalos con los retos que puedan afrontar” (Para la Fortaleza de la Juventud, folleto, 2011, pág. 15).
“Soy terrible”, le dije. “No puedo cantar”. Dan no me creyó; a pesar de mis quejas, me convenció de que cantara algo en ese mismo momento. Yo estaba nervioso.
No puedo recordar qué fue lo que canté, pero fue algo corto que apenas se oía y parecía ser la prueba de que no tenía talento aparente para cantar. Recordaré por el resto de mi vida lo que Dan dijo a continuación. “¿Ves?”, me dijo, “yo sabía que tenías buena voz. Sólo tienes que practicar”.
En Doctrina y Convenios 38:25 se nos enseña: “…estime cada hombre a su hermano como a sí mismo”. Si Dan se hubiera burlado de mí y de cómo cantaba, como podrían haberlo hecho muchos hermanos mayores, seguramente habría garantizado que yo no cantara, quizá para toda la vida; sin embargo, Dan me elevó; me infundió ánimo.
Al final, seguí su consejo y practiqué. Para mi asombro, fui mejorando gradualmente. El cantar se convirtió en un gran gozo en mi vida. Canté en muchos coros mientras asistía a la escuela secundaria, a la universidad y después de ella. El canto sigue siendo una de las cosas que me brindan más gozo.
El Salvador enseñó: “He aquí, ¿encienden los hombres una vela y la ponen debajo de un almud? No, sino en un candelero; y da luz a todos los que están en la casa” (3 Nefi 12:15). Por muchos años he podido alumbrar con esa luz al disfrutar y compartir la música, pero jamás podría haberlo hecho sin el aliento de mi hermano Dan.




Fuente: https://www.lds.org

Sola entre 1.500

Carolyn Lund


Me sentí completamente sola en mi nueva escuela, pero aprendí que el Señor me amaba y me ayudaría en tiempos de necesidad.
Los alumnos colmaban todos los pasillos para llegar a sus clases. Había 1.500 alumnos, dentro de una escuela secundaria que se construyó para 1.000 alumnos. Irónicamente, cada vez que sonaba el timbre, caminaba entre ellos pero me sentía completamente sola.
Estaba en el penúltimo año, en una nueva escuela, y había comenzado a odiar la escuela secundaria. Al comienzo del año, había hecho un gran esfuerzo para presentarme a las personas e iniciar conversaciones con los demás. Pero con el transcurso de las semanas, comencé a sentirme invisible. Me sentaba sola en mis clases, nunca hablaba y con el tiempo dejé de sonreír.
En la otra escuela, el año anterior había sido presidente de clase y animadora en encuentros deportivos, por lo que mi familia comenzó a preocuparse al ver el cambio en mi conducta, pasé de ser alegre y entusiasta a triste y angustiada. Mi papá preguntaba: “¿Cómo te fue en la escuela”? y todo lo que podía murmurar era: “Bien”, antes de subir a mi cuarto a llorar. Avergonzada de mis intentos fallidos por hacer amigos, mentí a mis padres, al no decirles que en vez de comer la comida con mis compañeros, pasaba hambre cada día y me iba sola a la biblioteca a estudiar.
Fue en ese momento, en medio del bullicioso pasillo, que me sentí más cerca del Salvador que nunca antes.
Hacia el final del año escolar, llegué al límite, sorprendiéndome a mí misma con la respuesta que le di a mi padre a su pregunta habitual. “No quiero regresar”, le dije. “Odio mi vida”. Ver el dolor y la preocupación en su rostro, sólo me hizo sentir peor. Esa noche, ya estaba lista para acostarme, cuando me puse de rodillas y derramé mi corazón al Señor, oré más tiempo y más arduamente que nunca antes. En vez de orar para encontrar amigos en la escuela, oré simplemente para que mi vida tuviera gozo y sentido otra vez.
A la mañana siguiente, en la escuela, me encontré orando en silencio para que pudiera ser consolada. Cuando sonó el timbre de la primera clase y los pasillos empezaron a llenarse, me centré en mi oración. Para mi sorpresa, mi nerviosismo parecía desvanecerse e inmediatamente fue reemplazado por un sentimiento de calma. Fue en ese momento, en medio del bullicioso pasillo, que me sentí más cerca del Salvador que nunca antes. Sentí como que Sus brazos me rodeaban con un cálido abrazo de comprensión y seguridad.
Recurrí al Señor con frecuencia durante el resto de ese año y ahora continúo confiando en Él. Aunque no tenía un gran grupo de amigos, hice varias buenas amigas ese año, amigas que se han hecho algunas de mis mejores amigas en los años posteriores. Al mirar hacia atrás, estoy agradecida de esa experiencia difícil, porque me ayudó a que la transición a la universidad sea más fácil. Aprendí que el Señor me vio a mí, una de Sus amadas hijas, con un valor infinito. Él siempre estará allí para ayudarnos en los momentos de desesperación, y podemos reconocer Su presencia si oramos para sentir Su amoroso abrazo.

La Primera Presidencia en la soledad

“El Padre Celestial quiere que lo consulten mediante oraciones sinceras y fervientes. Recuerden, nunca están solas. Nunca olviden que se les ama. Nunca duden de que alguien verdaderamente se preocupa por ustedes” (véase Thomas S. Monson, “El momento de escoger”, Liahona, julio de 1995).
“Nunca tenemos que sentir que estamos solos ni que no se nos ama cuando estamos al servicio del Señor, porque nunca es así. Podemos sentir el amor de Dios. El Salvador ha prometido ángeles a nuestra diestra y a nuestra siniestra para sostenernos [véase D. y C. 84: 88]. Él siempre cumple Su palabra” (Henry B. Eyring, “Montañas que ascender”, Liahona, mayo de 2012, pág., 26).
No sentirán soledad, pesar, dolor ni desaliento para siempre. Tenemos la fiel promesa de Dios de que Él no olvidará ni abandonará a quienes inclinen su corazón hacia Él [véase Hebreos 13:5]. Tengan esperanza y fe en esa promesa. Aprendan a amar a su Padre Celestial y conviértanse en Su discípulo en palabra y en hecho” (Dieter F. Uchtdorf, “Ustedes son importantes para Él”, Liahona, noviembre de 2011, pág. 22).



Fuente: https://www.lds.org

No usen máscaras

Quentin L. Cook Of the Quorum of the Twelve Apostles


Una de las mayores protecciones que tienen en contra de tomar malas decisiones es no ponerse ninguna máscara de anonimato.
Al reflexionar en quiénes son ustedes, me ha venido el sentimiento de que quizá no comprendan completamente la importancia de la generación a la que pertenecen. Considero que ustedes cuentan con la experiencia y el fundamento necesarios para ser la mejor generación que haya existido, particularmente en lo que se refiere a hacer avanzar el plan de nuestro Padre Celestial.
En vista del enorme potencial que poseen para hacer el bien, ¿cuáles son mis preocupaciones en cuanto a su futuro? ¿Qué consejo puedo darles? Se les presionará en gran medida para que actúen de una manera fuera de lo normal —incluso para que se pongan una máscara— y se conviertan en alguien que realmente no refleja quiénes son ni lo que desean llegar a ser.

Un ejemplo de la historia de los EE. UU.

En 2011, el élder L. Tom Perry y yo nos reunimos con Abraham Foxman, el director nacional de la Liga Antidifamación, cuya misión es ponerle fin a la difamación del pueblo judío.
Se les presionará en gran manera para que actúen de una manera fuera de lo normal —incluso para que se pongan una máscara— y se conviertan en alguien que realmente no refleje quiénes son ni lo que desean llegar a ser.
En la reunión que tuvimos con el señor Foxman, le pregunté qué consejo nos podía dar en relación a nuestras responsabilidades en los asuntos públicos de la Iglesia. Reflexionó por un momento y luego explicó la importancia de alentar a las personas a no ponerse máscaras. Describió al Ku Klux Klan, una organización que tenía mucha influencia y que infundía gran temor en la mayoría de los estadounidenses durante la primera parte del siglo veinte. Vestidos con túnicas y máscaras idénticas que hacían que fuera imposible identificar a los participantes, quemaban cruces frente a las casas de aquellos que eran su objetivo y se designaban a sí mismos como supuestos guardianes morales. Entre las personas a las que más se atacaba se encontraban los afroamericanos, así como también católicos, judíos e inmigrantes. Los miembros más fanáticos del Klan participaban en azotamientos, maltrato físico e incluso asesinatos. El señor Foxman señaló que la mayoría de los miembros del Klan, cuando no tenían una máscara, generalmente eran personas normales, entre los que se encontraban hombres de negocios y personas con creencias religiosas. Señaló que el ocultar su identidad y ponerse una máscara les permitía participar en actividades que normalmente habrían evitado. Tal comportamiento tuvo un impacto terrible en la sociedad estadounidense.
El consejo del señor Foxman fue que se recalcara la importancia de que la gente evitara las máscaras para ocultar su verdadera identidad.

Ejemplos de la historia de la Iglesia

Durante los inicios de la historia de la Iglesia, el profeta José, Emma y sus gemelos de once meses: Joseph y Julia, estaban en Hiram, Ohio, en la granja de la familia Johnson.
Un sábado por la noche, un grupo de hombres con las caras pintadas de negro irrumpió en la casa y arrastró al Profeta hacia afuera, donde lo golpearon y le pusieron brea a él y a Sidney Rigdon.
“Aun cuando el Profeta perdió un diente, recibió una herida grave en el costado, le faltaba un mechón de pelo y tenía quemaduras de ácido nítrico, predicó un sermón en el acostumbrado servicio de adoración dominical. Entre los santos que se reunieron, se encontraban por lo menos cuatro de los integrantes de la turba.”
También es interesante el hecho de que quienes participaron en el martirio del profeta José y de su hermano Hyrum se pintaron las caras con la intención de ocultar su verdadera identidad.

Eviten usar máscaras y actuar de manera fuera de lo normal

No estoy sugiriendo que alguno de ustedes se involucraría en el tipo de acontecimientos terribles que acabo de describir, aunque sí pienso que, en la actualidad, cuando es más fácil que nunca permanecer en el anonimato, hay principios importantes que tienen que ver con el no ponerse una máscara y “ser fieles a aquello por lo cual los mártires perecieron”.
Es evidente que las comunicaciones malignas no son sólo un asunto de malas costumbres, sino que, en el caso de los Santos de los Últimos Días, pueden afectar negativamente a quienes no tengan un conocimiento de Dios ni un testimonio del Salvador.
Una de las mayores protecciones que tienen en contra de tomar malas decisiones es no ponerse ninguna máscara de anonimato. Si alguna vez tienen el deseo de hacerlo, sepan que eso es una seria indicación de peligro y una de las herramientas del adversario para lograr que hagan algo que no deben hacer.
Es interesante notar que las personas que se involucran en la pornografía, con frecuencia asumen una identidad falsa y ocultan su participación: enmascaran su comportamiento porque saben que es censurable y destructivo para todas las personas a las que quieren. La pornografía es una plaga que no sólo perjudica la posición moral de una persona ante Dios, sino que también puede destruir matrimonios y familias, y causa un impacto negativo en la sociedad.
Quienes hayan caído en ese hábito destructivo, por favor, tengan la seguridad de que pueden arrepentirse y ser sanados. El arrepentimiento debe preceder a la sanación, y la sanación puede que resulte ser un proceso largo. Su obispo o presidente de rama puede aconsejarlos en cuanto a cómo recibir la ayuda que necesitan para sanar.

Actúen de acuerdo con sus creencias

En la actualidad, es común que alguien oculte su identidad para escribir de forma anónima en internet mensajes de odio, ponzoñosos y prejuiciosos. Algunos se refieren a eso como “flaming” (escarnecer). Algunas instituciones tratan de filtrar los comentarios; por ejemplo, el periódico New York Times no acepta comentarios donde haya “ataques personales, obscenidades, vulgaridades, blasfemias… falsificación de identidad, incoherencias y GRITOS…”.
“El periódico The Times también alienta a que se empleen nombres reales, porque ‘hemos visto que las personas que dan sus nombres sostienen conversaciones más interesantes y respetuosas’.”
El apóstol Pablo escribió:
“No os dejéis engañar: Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.
“Velad debidamente, y no pequéis, porque algunos no conocen a Dios” (1 Corintios 15:33–34).
Es evidente que las comunicaciones malignas no son sólo un asunto de malas costumbres, sino que, en el caso de los Santos de los Últimos Días, pueden afectar negativamente a quienes no tengan un conocimiento de Dios ni un testimonio del Salvador.
Todo uso que se le dé a internet para intimidar, destruir una reputación o poner a alguien en tela de juicio, es reprochable. Lo que vemos en la sociedad es que, cuando las personas se ponen la máscara del anonimato, son más propensas a participar en este tipo de conducta que es tan destructiva para el diálogo cortés. Eso también constituye una violación a los principios básicos que enseñó el Salvador.
Los justos no necesitan usar máscaras para esconder su identidad.

Actúen de manera correcta

Tenemos gran confianza en ustedes. Los líderes de la Iglesia sinceramente creen que ustedes pueden edificar el reino como ninguna generación anterior. Ustedes cuentan no sólo con nuestro amor y confianza, sino también con nuestras oraciones y bendiciones. Sabemos que el éxito de su generación es esencial para el establecimiento constante de la Iglesia y para el progreso del reino. Rogamos que actúen de manera correcta y eviten ponerse una máscara.



Fuente: https://www.lds.org

¿Qué nos sucede después de morir?


Ésa es una pregunta fundamental y Dios nos ha dado respuestas a ella por medio de los profetas de la antigüedad y de esta época.
Nuestro amoroso Padre Celestial nos ha dado una noción de lo que podemos esperar cuando dejemos esta vida. A continuación se presentan verdades que podrían ayudarles a entender dónde se encuentran sus seres queridos que han partido y dónde estaremos finalmente todos nosotros.

¿Qué sabemos acerca del mundo de los espíritus?

¿Dónde está el mundo de los espíritus?
El presidente Brigham Young (1801–1877) enseñó que los espíritus de las personas que una vez vivieron en la tierra permanecen a nuestro alrededor en este mundo, aunque no podamos verlos1.
¿Cómo es el mundo de los espíritus?
Eso depende. Los justos experimentarán el paraíso, en un estado de felicidad, un estado de descanso, un estado de paz, donde descansarán de todas sus aflicciones, y de todo cuidado y pena (véase Alma 40:12). Los malvados experimentarán el infierno (véase Alma 40:13–14). El infierno puede definirse como “el tormento de la mente decepcionada”2.
¿Cómo son los espíritus?
Los espíritus de las personas tenían forma de adulto en la vida premortal y tendrán esa misma forma en el mundo de los espíritus, aun cuando mueran como bebés o niños3.
Nuestro amoroso Padre Celestial nos ha dado un conocimiento de lo que podemos esperar una vez que pasemos más allá de esta vida.
¿Pueden vernos los espíritus que se encuentran en el mundo de los espíritus?
Sí, cuando es necesario. El presidente Joseph F. Smith (1838–1918) dijo que quienes se encuentran en el mundo de los espíritus pueden vernos con más claridad que nosotros a ellos, y que “su solicitud por nosotros y su amor por nosotros y su afán por nuestro bienestar debe ser mayor que los que sentimos por nosotros mismos”4.
¿Pueden ser tentados todavía los espíritus que se encuentran en el mundo de los espíritus?
Si son fieles durante esta vida, Satanás no tendrán ningún poder sobre ustedes en el mundo de los espíritus. Allá los inicuos estarán sujetos a Satanás al igual que lo estaban en la tierra5. Como ha explicado el élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles, esta vida es el momento de arrepentirse porque “es cuando estamos aquí en la vida terrenal que el cuerpo y espíritu pueden aprender juntos”6.
¿Qué hacen los espíritus que se encuentran en el mundo de los espíritus?
En primer lugar, sabemos que los espíritus de los fieles que aún no han resucitado están haciendo la obra misional entre los espíritus encarcelados7. También sabemos que entre los que fueron fieles se preserva la estructura familiar y la organización de la Iglesia8.

¿Qué sabemos acerca de la Resurrección?

¿Cuántas personas resucitarán?
Todas las personas que hayan vivido sobre la tierra resucitarán (véase 1 Corintios 15:21–23).
¿Cómo resucitará el cuerpo?
El cuerpo resucitado será:
  • Inmortal. “Este cuerpo terrenal se levanta como cuerpo inmortal… de modo que no pueden morir ya más” (Alma 11:45).
  • Perfecto. “El espíritu y el cuerpo serán reunidos otra vez en su perfecta forma” (Alma 11:43). El presidente Joseph F. Smith explicó: “Se quitarán las deformidades, se eliminarán los defectos, y los hombres y las mujeres lograrán la perfección de su espíritu, la perfección que Dios dispuso en el principio”9.
  • Hermoso. El presidente Lorenzo Snow (1814–1901) dijo: “No hay nada más hermoso para admirar que un hombre o una mujer resucitados”10.
  • Glorioso. El presidente Boyd K. Packer, presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, ha dicho: “Su espíritu es joven, vibrante y hermoso. Aunque su cuerpo sea viejo, esté enfermo, lisiado o discapacitado de cualquier modo, cuando se junte con el espíritu en la Resurrección, tendrá un aspecto glorioso, y de ese modo serán glorificados”11.
  • Sin llanto ni dolor. “Ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor ni dolor” (Apocalipsis 21:4).
¿Qué les sucederá a las personas que murieron de niños?
De acuerdo con el profeta José Smith, los padres de un niño que ha muerto durante la niñez “[tendrán] la alegría, el placer y la satisfacción de criar a [ese hijo], después que haya resucitado, hasta que alcance la estatura completa de su espíritu”12.
¿Qué les sucederá a las personas que fueron cremadas o que no fueron enterradas?
A pesar de que la Iglesia no alienta la cremación, creemos que, cualesquiera que sean las circunstancias, todas las personas resucitarán con un cuerpo perfecto. El presidente Brigham Young enseñó que en la resurrección “las propias partículas fundamentales que formaron nuestro cuerpo aquí, si las respetamos, aunque estén depositadas en las profundidades del mar y una partícula se encuentre en el norte, otra en el sur, otra en el este y otra en el oeste, serán reunidas otra vez en un abrir y cerrar de ojos y nuestro espíritu habrá de poseerlo”13.
“La Resurrección es un pilar de nuestra fe; da significado a nuestra doctrina, motivación a nuestro comportamiento y esperanza a nuestro futuro” (Dallin H. Oaks, “Resurrección”, Liahona, mayo de 2000).

¿Por qué es necesaria una resurrección física?

La resurrección física es parte del plan de Dios y los profetas lo han enseñado desde los días de Adán (véase Moisés 5:10). Pero “el diablo no tiene [cuerpo] y ése es su castigo”14, por lo tanto, distorsiona esta enseñanza para que las personas no crean en la resurrección física.
Muchas personas creen que el cuerpo físico es como una prisión para el espíritu y que sólo podemos ser verdaderamente felices cuando el espíritu se libera del cuerpo; pero eso no es cierto. El Señor ha revelado que la resurrección física es necesaria porque:
  • Es la manera en que recibimos una plenitud de gozo. Únicamente “espíritu y elemento [un cuerpo físico], inseparablemente unidos, reciben una plenitud de gozo” (D. y C. 93:33). Además, sabemos que aquellos que habían muerto y estaban en el mundo de los espíritus esperando la resurrección de Cristo “habían considerado como un cautiverio la larga separación de sus espíritus y sus cuerpos” (D. y C. 138:50).
  • Es una bendición haber escogido el plan de nuestro Padre Celestial. Antes de nacer en la tierra, todos los espíritus que vivirían en la tierra escogieron seguir el plan de nuestro Padre Celestial, en lugar de la rebelión de Satanás (véase Abraham 3:23–28). Como resultado de ello, recibimos un cuerpo mortal y, por medio del don de la resurrección de Cristo, resucitaremos con un cuerpo inmortal. Quienes siguieron a Satanás en la vida premortal no recibirán ningún tipo de cuerpo físico.
  • Nos conduce de nuevo a la presencia de Dios para ser juzgados. El Libro de Mormón enseña claramente que es el poder de la resurrección lo que nos permite entrar en la presencia de Dios para ser juzgados según nuestras obras15
     
  • Se requiere para la salvación. José Smith enseñó: “Ninguna persona puede lograr [la]… salvación, sino mediante un tabernáculo [un cuerpo físico]”16.
  • Es la forma de llegar a ser como el Padre Celestial y Jesucristo. “El Padre tiene un cuerpo de carne y huesos, tangible como el del hombre; así también el Hijo” (D. y C. 130:22).

Únete a la conversación

A lo largo del mes de marzo estudiarán la expiación de Jesucristo en las clases de quórum del sacerdocio, de las Mujeres Jóvenes y de la Escuela Dominical. Una de las muchas bendiciones de la Expiación es que, por medio de ella, todos resucitaremos. Mediten acerca de la forma en que el conocimiento de la Expiación y la Resurrección cambian su perspectiva durante épocas difíciles. Intenten recordar una situación particular y cómo su testimonio de la Expiación y la Resurrección resultó ser una bendición, y consideren la posibilidad de compartir esa experiencia con su familia o en una futura lección dominical de la Iglesia. También puedes compartir tus pensamientos con otros jóvenes haciendo clic en Comparte tu experiencia a continuación.
Notas
  1. Véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Brigham Young, 1997, pág. 293
  2. Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 236.
  3. Véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Joseph F. Smith, págs. 137–138.
  4. Joseph F. Smith, Doctrina del Evangelio, 5ta. edición, 1939, pág. 424–425.
  5. Véase Enseñanzas: Brigham Young, pág. 296; Alma 34:34–35.
  6. M. Russell Ballard, “Is It Worth It?”, New Era, junio de 1984, pág. 42.
  7. Véase D. y C. 138:30; véase también Enseñanzas: José Smith, pág. 506.
  8. Véase Principios del Evangelio, 2009, págs. 269; si desea leer más acerca del mundo de los espíritus, vea Dale C. Mouritsen, “The Spirit World, Our Next Home”, Ensign, enero de 1977, págs. 46–51.
  9. Joseph F. Smith, Doctrina del Evangelio, pág. 23.
  10. Lorenzo Snow, The Teachings of Lorenzo Snow, ed. Clyde J. Williams, 1996, pág. 99.
  11. Boyd K. Packer, “El billete de veinte marcos”, Liahona, junio de 2009, pág. 23.
  12. Enseñanzas: José Smith, pág. 187.
  13. Véase Enseñanzas: Brigham Young, pág. 290.
  14. Enseñanzas: José Smith, pág. 222.
  15. Véanse 2 Nefi 9:22; Jacob 6:9; Mosíah 16:8–10; Alma 11:41; 33:22; 40:21; Helamán 14:17; Mormón 7:6; 9:13.
  16. Enseñanzas: José Smith, pág. 224.



Fuente: https://www.lds.org