lunes, 18 de febrero de 2013

Busquemos el perdón

Richard G. Scott


Te ruego que te arrepientas para lograr paz ahora y la felicidad eterna después.

Hace poco, viajando por un camino desconocido, me encontré con un cartel de advertencia que decía: “Camino áspero”, y por cierto, era así. Si no me hubiera advertido, habría tenido una experiencia desastrosa. La vida es también así y está llena de baches. Algunas de las pruebas nos hacen más fuertes; otras nos sobrevienen por nuestra propia desobediencia. Pero las advertencias pueden ayudarnos a evitar el desastre. Un camino malo presenta los mismos obstáculos a todos los que lo recorran hasta que se hagan las reparaciones necesarias. El camino de la vida es diferente, pues cada uno de nosotros encuentra problemas particulares que tienen como objeto ayudarle a progresar. Por otra parte, nuestras propias decisiones equivocadas quizás agreguen obstáculos al camino. No obstante, tenemos la capacidad de aplanarlo, de llenar los hoyos y de embellecerlo. Ese proceso se llama arrepentimiento y el destino al que nos lleva es el perdón.
Si has hecho caso omiso de las advertencias y tu vida está dañada por un camino áspero, hay a tu alcance una ayuda que te dará la posibilidad de renovarte y de volver a edificar sobre las ruinas de tu vida. Así puedes volver a empezar y convertir una senda que es tortuosa, descendente y decepcionante en una autopista que te lleve a la paz y la felicidad.
Quiero ayudarte a encontrar ese alivio, y para eso debo darte algunos antecedentes que harán que el remedio sea más lógico y darán mayor significado a los pasos que te conduzcan al éxito.

Comprende la Expiación

Toda decisión incorrecta que tomemos, todo pecado que cometamos es una violación de la ley eterna; generalmente, produce resultados negativos que pronto reconocemos; de otras consecuencias quizás no seamos conscientes, pero no por ello son menos reales. Pueden tener un efecto enorme en la calidad de nuestra vida terrenal y, sin ninguna duda, afectarán la vida venidera. Nosotros mismos no podemos hacer nada por satisfacer las demandas de la justicia cuando hemos quebrantado una ley eterna; sin embargo, a menos que se paguen esas demandas, cada uno de nosotros sufrirá eternamente las consecuencias.
Sólo la vida, las enseñanzas y, en particular, la expiación de Jesucristo nos pueden liberar de esa situación, que de otro modo sería imposible. Cada uno de nosotros ha cometido errores, grandes o pequeños, que nos mantendrán alejados de la presencia de Dios si no se corrigen. Por esa razón, la expiación de Jesucristo es el hecho más importante que haya ocurrido o pueda ocurrir en la historia del mundo. Este acto abnegado de consecuencias infinitas, llevado a cabo por un personaje divino, tiene un impacto externo en la vida de todo hijo de nuestro Padre Celestial, sin excepción.1. Ha roto las cadenas de la muerte; justifica el hecho de que, al final, seamos juzgados por el Maestro.2. Puede evitarnos una eternidad bajo el dominio del diablo.3. Abre las puertas a la exaltación y la vida eterna a todos los que se hacen merecedores del perdón por medio del arrepentimiento y de la obediencia.4
El Redentor puede saldar su cuenta personal con justicia y otorgar el perdón mediante la misericordiosa mediante el arrepentimiento.5. El arrepentimiento completo es absolutamente esencial para que la Expiación lleve a cabo un milagro completo en tu vida. Si entiendes la Expiación, verás que Dios no es un Ser celoso que se complace en perseguir a los que tropiezan en esta tierra. Es un Padre perfecto, compasivo, comprensivo, paciente e inclinado a perdonar; está dispuesto a instarnos, aconsejarnos, fortalecernos y elevarnos. Él nos ama tanto que dejó que Su Hijo perfecto e inmaculado pasara por una agonía y un sufrimiento indescriptibles y se entregara como ofrenda de sacrificio por todos nosotros.6. Por medio de la Expiación podemos vivir en un mundo en cuya esfera reina la justicia; esto es necesario para que haya orden. Pero esa justicia está atemperada por la misericordia que se obtiene al obedecer las enseñanzas de Jesucristo.

El arrepentimiento es el camino que conduce al perdón

¿Quién no necesita el milagro del arrepentimiento? Ya sea que tu vida esté ligeramente manchada o sumamente desfigurada por los errores, los principios para lograr la recuperación son los mismos. La extensión y la severidad del tratamiento dependen de las circunstancias. Sin duda, nuestra meta debe ser el perdón y el único camino que lleva a ella es el arrepentimiento. Se ha escrito esto: “No hay otra manera ni medio por los cuales el hombre pueda ser salvo, sino por la sangre expiatoria de Jesucristo…
“El Señor… no [vendrá para redimir a Su pueblo] en sus pecados, sino para redimirlos de sus pecados.
“Y ha recibido poder, que le ha sido dado del Padre, para redimir a los hombres de sus pecados por motivo del arrepentimiento”.7
La obediencia y la fe en el Salvador te dan el poder para resistir la tentación. Helamán enseñó: “Es sobre la roca de nuestro Redentor, el cual es Cristo, el Hijo de Dios, donde debéis establecer vuestro fundamento, para que cuando el diablo lance sus impetuosos vientos… cuando todo su granizo y furiosa tormenta os azoten, esto no tenga poder para arrastraros [a]… angustia sin fin, a causa de la roca sobre la cual estáis edificados, que es un fundamento seguro… sobre el cual, si los hombres edifican, no caerán”.8.
El perdón se recibe por medio del arrepentimiento. ¿Qué es el arrepentimiento? ¿Cómo se logra? ¿Cuáles son sus consecuencias? Quizás estas parezcan preguntas sencillas, pero es evidente que hay muchas personas que no saben cómo arrepentirse.

Sigue los pasos del arrepentimiento

En El Milagro del Perdón, el presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) ofrece una espléndida guía que ha ayudado a muchas almas a regresar al camino. Él describe estos cinco elementos esenciales del arrepentimiento:

Sentir pesar por el pecado

Estudia tu situación y medita para saber cuán grave es tu pecado según la definición del Señor. Esto te dará un dolor y un remordimiento que resultarán consoladores; además, despertará en ti el deseo sincero de cambiar y la disposición a someterte a todo requisito para alcanzar el perdón. Alma dijo: “La justicia ejerce todos sus derechos, y también la misericordia reclama cuanto le pertenece; y así, nadie se salva sino los que verdaderamente se arrepienten”.9

Abandonar el pecado

Es la determinación inalterable y permanente de no repetir la transgresión, y, si se cumple, no habrá por qué sentir otra vez la amargura de ese pecado. Recuerda que “los pecados anteriores volverán al alma que peque, dice el Señor vuestro Dios”.10. José Smith dijo lo siguiente: “El arrepentimiento no es algo que no se puede tratar livianamente día tras día. Pecar diariamente y arrepentirse diariamente no es agradable a la vista de Dios”.11.

Confesar el pecado

Siempre debes confesar tus pecados al Señor; pero si son graves, como la inmoralidad, debes confesarlos también al obispo o presidente de estaca. Entiende que la confesión en sí no es arrepentimiento; es un paso esencial, pero no es de por sí suficiente. Y el confesar sólo los pecados más leves no te ayudará a resolver los más graves que queden encubiertos. Para lograr el perdón, es fundamental que confieses al Señor y, si es necesario, a Su juez del sacerdocio, todo lo que hayas hecho. Recuerda estas palabras: “El que encubre sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y los abandona alcanzará misericordia”.12

La restitución

Debes restaurar en todo lo posible lo que hayas robado, dañado o manchado. La restitución voluntaria demuestra al Señor que estás dispuesto a hacer todo lo que puedas por arrepentirte.

La obediencia a todos los mandamientos

La obediencia total brinda el pleno poder del Evangelio que te da fortaleza para abandonar ciertos pecados, y comprende acciones que quizás no consideres parte del arrepentimiento, como asistir a las reuniones, pagar el diezmo y servir y perdonar a los demás. El Señor dijo lo siguiente: “El que se arrepienta y cumpla los mandamientos del Señor será perdonado”.13
Yo agregaría un sexto paso:

Reconocer al Salvador

De todos los pasos necesarios para el arrepentimiento testifico que el más importante es que tengas la convicción de que el perdón se recibe por causa del Redentor; es esencial que sepas que sólo podrás recibirlo de acuerdo con Sus condiciones. Fíjate en estas palabras de Alma: “…me vi en el más amargo dolor y angustia de alma; y no fue sino hasta que imploré misericordia al Señor Jesucristo que recibí la remisión de mis pecados… Pero… clame a él y hallé paz para mi alma”.14. Recibirás ayuda al ejercer la fe en Jesucristo.15. Esto quiere decir que confías en Él y en Sus enseñanzas. Satanás quiere hacerte pensar que no te puedes sobreponer a los pecados graves. Pero el Salvador dio Su vida para que queden atrás los efectos de la transgresión, excepto el de derramar sangre inocente y el de negar al Espíritu Santo.
El fruto del arrepentimiento es el perdón que abre la puerta a todos los convenios y ordenanzas de esta tierra y a las bendiciones que traen consigo. Cuando se bautiza un alma arrepentida, todos los pecados anteriores quedan perdonados y no hay que recordarlos. Si el arrepentimiento es completo y uno se ha purificado, se tiene una nueva visión de la vida y sus posibilidades maravillosas. ¡Qué magnífica es esta promesa del Señor!: “He aquí, quien se ha arrepentido de sus pecados es perdonado; y yo, el Señor, no los recuerdo más”16. El Señor es fiel a Su palabra y siempre lo será.

Los pecados serios requieren un arrepentimiento profundo

No te tranquilices con la idea de que nadie conoce tus transgresiones; eso es hacer como el avestruz, que entierra la cabeza en la arena, no ve nada y cree estar escondido, cuando en realidad, es ridículamente visible. Del mismo modo, todos nuestros actos son visibles para nuestro Padre Celestial y Su Hijo. Ellos nos conocen bien.
El adulterio, la fornicación, los actos homosexuales y otras desviaciones igualmente graves no son una alternativa aceptable, sino serios pecados. El abuso físico y el sexual son pecados gravísimos. Para perdonarlos, se requiere un arrepentimiento muy profundo. El presidente Kimball enseñó lo siguiente: “Para todo perdón hay una condición. La venda debe ser tan extensa como la herida. El ayuno, las oraciones, la humildad deben ser iguales o mayores que el pecado”.17. “Es inconcebible que Dios pueda absolver los pecados graves con sólo unas cuantas súplicas. Lo más probable es que Él espere hasta que haya un arrepentimiento prolongado y continuo”.18.
Si has pecado gravemente, no hallarás satisfacción ni gusto duraderos en lo que hayas hecho. El tratar de cubrir la transgresión puede parecer una solución, pero no lo es. Y el tentador tiene toda intención de hacer públicos tus actos más vergonzosos en el momento más inoportuno. La mentira teje una trama que atrapa y que se convierte en una trampa que Satanás usa para dañarte.

Arrepiéntete ahora

A veces, los pasos hacia el arrepentimiento son al principio difíciles y dolorosos, como la limpieza de una prenda que está muy manchada. Pero dan como resultado la pureza, la paz mental, el autorrespeto, la esperanza y, al fin, una persona nueva con una vida renovada y plena de oportunidades.
Este pasaje de las Escrituras te dice lo que debes hacer: “No obstante, ayunaron y oraron frecuentemente, y se volvieron más y más fuertes en su humildad, y más y más firmes en la fe de Cristo, hasta henchir sus almas de gozo y de consolación… que viene de entregar el corazón a Dios”.19
Para terminar, con todo amor y sinceridad, te invito a examinar tu vida. ¿Te has desviado de las normas de la felicidad? ¿Hay algún rincón obscuro que debas limpiar? ¿Estás haciendo algo que sabes que es malo? ¿Tienes malos pensamientos? Cuando estás a solas, pensando con claridad, ¿te dice la conciencia que te arrepientas?
Te ruego que te arrepientas para lograr paz ahora y la felicidad eterna después. Abre tu corazón al Señor y pídele ayuda. Te ganarás la bendición del perdón, la paz y el conocimiento de haber sido purificado y de saber que eres íntegro otra vez. Ten el valor de pedirle al Señor que te dé fuerzas para arrepentirte, ahora. Testifico solemnemente que Jesucristo es el Redentor; sé que Él vive; testifico que Él te ama y que te ayudará.
Obtén el perdón arrepintiéndote ahora.

Notas

  1. Véase Mosíah 5:10–13.
  2. Véase 2 Nefi 2:10.
  3. Véase 2 Nefi 9:7–9.
  4. Véase 2 Nefi 2:5–8.
  5. Véase Alma 42:15.
  6. Véase Helamán 5:9.
  7. Helamán 5:9–11; cursiva agregada.
  8. Helamán 5:12.
  9. Alma 42:24.
  10. D. y C. 82:7.
  11. Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 176.
  12. Proverbios 28:13.
  13. D. y C. 1:32; cursiva agregada.
  14. Alma 38:8.
  15. Véase Alma 11:40; 2 Nefi 9:22–24.
  16. D. y C. 58:42.
  17. El Milagro del Perdón, pág. 361.
  18. The Teachings of Spencer W. Kimball, pág. 85.
  19. Helamán 3:35.



Fuente: https://www.lds.org

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