lunes, 18 de febrero de 2013

Regresar a Seminario

Whitney Wallace Denney


Mis tardes están sumamente ocupadas. ¿Tengo tiempo para asistir a seminario?
Estoy en el penúltimo año de la secundaria y trabajo lejos de mi familia en Washington D.C., en un programa en el que tengo que comenzar mis estudios a las 6:45 h. Cuando termino, voy a trabajar al Capitolio y lo más temprano que salgo de allí es las 17:30 h. Seminario comienza a las 18:00 h y ocupa una hora y media de mis tardes. Pocas veces tengo tiempo de terminar mis tareas escolares antes de caer exhauto en la cama. Me digo a mi mismo que no tengo tiempo para hacer todo y he decidido que seminario es lo único que puedo dejar.
Por consiguiente, lo he dejado. Tenía confianza de que de alguna forma podría completar mis calificaciones y todavía podría graduarme, y razonaba en mi mente de que el no asistir a seminario por algunos meses no afectaría mi entrada al reino celestial ni haría que perdiera mi testimonio.
Todo parecía ir bien, con excepción de que mis notas bajaron. Mi profesora de matemáticas me puso en una clase de estudio obligatorio durante una hora todas las tardes por varias semanas. Después de tres meses sin asistir a seminarios, mi amigo me convenció de que fuera sólo ese viernes a la noche. Accedí a regañadientes. Muy dentro de mí deseaba ir, pero sentía una gran vergüenza al entrar tímidamente al salón de clases después de tres meses de ausencia.
Sin embargo, toda mi perspectiva cambió al momento de entrar al salón. Me colmó un sentimiento de paz y tranquilidad, ahuyentando mi vergüenza y mi aprensión. No podía creer que hubiera hecho a un lado esa constante fuente de fortaleza y paz de mi vida, en especial en un momento en el que estaba lejos de mi familia y necesitaba aún más fortaleza para mantenerme firme como testigo de Cristo. Me preguntaba cómo había podido dejar de ir al lugar que me hacía feliz. Esa noche hice la promesa de asistir siempre a seminario.
Fui fiel a esa promesa y nunca más me pusieron en una clase de estudio obligatoria. Aun cuando sigo luchando con matemáticas, mis notas subieron y se mantuvieron así y pasé con buenas calificaciones. Sé que el Padre Celestial me proporcionó el medio para cumplir con Sus mandamientos y me bendijo para que pudiera realizar más en Sus manos de lo que yo solo, y con mis propias fuerzas podría lograr.



Fuente: https://www.lds.org

No hay comentarios:

Publicar un comentario