domingo, 24 de febrero de 2013

Preguntas acerca de dar tu testimonio

Elyse Alexandria Holmes


Si alguna vez te has hecho estas preguntas, aquí hay algunas respuestas.

¿Debo compartir una historia o experiencia cuando expreso mi testimonio?

A menudo la gente comparte historias o experiencias personales cuando expresa su testimonio, y éstas pueden ser una muy buena manera de describir cómo creció su testimonio. Sin embargo, una historia no es un testimonio. Una historia breve y relevante puede ayudarte a explicar un punto, pero asegúrate de mencionar cómo esa historia fortaleció tu testimonio y qué verdades del Evangelio aprendiste gracias a la experiencia. Un testimonio es lo que sabes acerca del Evangelio, no dónde has estado ni qué has hecho.
El élder David A. Bednar, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó lo siguiente: “Un testimonio es lo que sabemos con la mente y el corazón que es verdadero por la atestiguación del Espíritu Santo (véase D. y C. 8:2). Al expresar la verdad en vez de amonestar, exhortar o simplemente compartir experiencias interesantes, invitamos al Espíritu Santo a confirmar la veracidad de nuestras palabras”1.
Además, sé cuidadoso con las experiencias que compartas. Algunas de ellas son muy personales para ti o para otras personas, incluso las historias sobre un pecado, sobre el arrepentimiento y sobre experiencias espirituales sagradas. Las historias de este tipo no deberían compartirse en un ámbito público a menos que te sientas inspirado a hacerlo; y cuando te sientas inspirado a hacerlo, habla de ellas en forma general y céntrate en lo que hayas aprendido de la experiencia en vez de en los detalles específicos de lo que ocurrió.

¿Debo expresar agradecimiento o amor en mi testimonio?

Si bien no es inadecuado expresar amor o agradecimiento cuando uno comparte su testimonio, estas expresiones no se consideran un testimonio. Los testimonios se centran en lo que has aprendido espiritualmente en cuanto al Evangelio. Las expresiones de amor o gratitud no deben remplazar al testimonio.
El élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles, dijo: “[Me preocupa] que demasiados testimonios de nuestros miembros se limiten a decir ‘Estoy agradecido’ y ‘Amo a’, y que muy pocos son capaces de decir con humilde pero sincera claridad: ‘Yo sé’”2.

¿Debo llorar o mostrarme emocionado o emocionada para tener un testimonio de verdad?

Muchas personas lloran o se muestran emocionadas cuando expresan su testimonio o sienten el Espíritu muy fuerte, pero no todos tienen la misma reacción emocional al sentir el Espíritu. Cuando das tu testimonio, no tienes por qué expresar tu emoción del mismo modo que las demás personas.
El presidente Howard W. Hunter (1907–1995), dijo: “Me preocupa que a veces equiparemos las emociones fuertes o el derramar lágrimas con la presencia del Espíritu. Ciertamente, el Espíritu del Señor puede ocasionar emociones fuertes, incluso lágrimas, mas esa manifestación exterior no debe confundirse con la presencia del Espíritu en sí”3.

Si no tengo la certeza de tener un testimonio, ¿debo tratar de compartirlo de todos modos?

Es fácil sentir que tu testimonio no sea lo suficientemente firme o que no valga la pena compartirlo, pero al hacerlo ¡descubrirás cuán grande es! No tengas miedo de compartir tu testimonio. Verás que cuanto más lo expreses, más crecerá.
El presidente Boyd K. Packer, presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, dijo:
“No es fuera de lo común oír a un misionero decir: ‘¿Cómo puedo compartir mi testimonio antes de obtenerlo? ¿Cómo puedo testificar que Dios vive, que Jesús es el Cristo y que el Evangelio es verdadero? Si no tengo ese testimonio, ¿no sería deshonesto hacerlo?’.
“Ojalá pudiera enseñarles este solo principio: un testimonio se encuentra cuando se expresa.
“En algún momento de su búsqueda del conocimiento espiritual existe ese ‘salto de fe’, como lo llaman los filósofos. Es el momento en que uno llega al borde de la luz y pisa en la oscuridad, sólo para descubrir que el camino continúa iluminado uno o dos pasos más adelante!”4.
Notas
  1. David A. Bednar, “Más diligentes y atentos en el hogar”, Liahona, noviembre de 2009, pág. 19.
  2. M. Russell Ballard, “Testimonio puro”, Liahona, noviembre de 2004, pág. 41.
  3. Howard W. Hunter, en Predicad Mi Evangelio: Una guía para el servicio misional, 2004, pág. 102.
  4. Véase Boyd K. Packer, “La búsqueda del conocimiento espiritual”, Liahona, enero de 2007, pág. 18.



Fuente: https://www.lds.org

No hay comentarios:

Publicar un comentario