lunes, 25 de febrero de 2013

Cómo responder a preguntas acerca del Plan de Salvación

Michael R. Morris Church Magazines


La próxima vez que tus amigos hagan preguntas acerca del Plan de Salvación, considera usar estas respuestas breves.
“¿Y qué creen los mormones acerca del matrimonio?”, me preguntó mi maestra de español de la escuela secundaria.
Todos mis compañeros de clase se dieron la vuelta para escuchar mi respuesta. Me preguntaba cómo habíamos pasado de un análisis sobre Don Quijote y Dulcinea a salir en citas y el matrimonio.
No había ningún otro miembro de la Iglesia en la clase. ¿Qué debía decir? ¿En cuánto detalle debía entrar? ¿Se burlarían de mí si hablaba acerca del matrimonio eterno?
“Nosotros, eh… ”, dije con voz entrecortada, sin saber aún qué decir.
A medida que más personas escuchen acerca de la Iglesia, los Santos de los Últimos Días tendrán más oportunidades para contestar preguntas acerca del Evangelio.
Justo en ese momento mi amiga Denise salió al rescate. “Los mormones tienen un concepto hermoso del matrimonio”, dijo ella. “Ellos creen que los matrimonios realizados en los templos pueden durar para siempre”.
“Eso es hermoso”, respondió nuestro maestra. Mis compañeros parecían satisfechos.
Con esa respuesta la clase continuó y yo me quedé pensando por qué me puse tan nervioso sobre una pregunta que mi compañera, que no es miembro de la Iglesia, respondió tan fácilmente.
A medida que más personas escuchan acerca de la Iglesia, los Santos de los Últimos Días tendrán más oportunidades de contestar preguntas acerca del Evangelio. En la escuela secundaria aprendí que no tenemos que dar respuestas largas y que tampoco debemos tener miedo. Las doctrinas simples y hermosas del Evangelio hablan por sí mismas.
La próxima vez que tus amigos te pregunten acerca de lo que conocemos como “el Plan de Salvación”, piensa en usar las siguientes respuestas breves, pues nos brindan los detalles que las personas quieren saber, y así no sentirás que tienes que explicar todo el Plan de Salvación en un gráfico.

¿De dónde venimos?

Somos seres eternos. Antes de nacer, vivíamos con Dios, el Padre de nuestros espíritus. Todas las personas en la tierra son literalmente hermanos y hermanas del mismo Padre Celestial. En nuestra vida preterrenal, cada uno de nosotros era un ser individual con una naturaleza y un destino divinos. Dios nos dio a todos el don del albedrío, o el derecho a elegir por nosotros mismos, tanto en la vida preterrenal como aquí en la tierra. Debido a que Él es el Padre de nuestros espíritus, lo llamamos nuestro Padre Celestial.

¿Por qué estamos aquí?

La vida terrenal es parte del plan de Dios para nuestra felicidad eterna. Ese plan incluye el obtener un cuerpo físico y aprender a escoger entre el bien y el mal. Nuestro profeta viviente, el presidente Thomas S. Monson, ha dicho: “Cuán agradecidos debemos estar de que un sabio Creador formara una tierra y nos colocara en ella con un velo de olvido sobre nuestra existencia anterior para que experimentásemos un período de prueba, una oportunidad de demostrarnos a nosotros mismos que podemos ser merecedores de todo lo que Dios ha preparado para darnos” (“La carrera de la vida”, Liahona, mayo de 2012, pág. 91).

¿Adónde vamos después de esta vida?

Nuestras vidas continúan después de morir, mas nuestras vidas futuras dependen de cómo vivamos ahora. Si vivimos el Evangelio, la gracia del Señor Jesucristo nos permite arrepentirnos, ser perdonados y llegar a ser limpios ante Dios.
“Si viven los principios del Evangelio [en vez de] sólo estudiarlos, esa combinación especial de conocimiento les permitirá sentirse cómodos y preparados para enseñar lo que saben que es verdad”.
–Élder M. Russell Ballard
En el Libro de Mormón aprendemos “que los espíritus de todos los hombres, en cuanto se separan de este cuerpo mortal… sean buenos o malos, son llevados de regreso a ese Dios que les dio la vida.
“Y sucederá que los espíritus de los que son justos serán recibidos en un estado de felicidad que se llama paraíso: un estado de descanso, un estado de paz, donde descansarán de todas sus aflicciones, y de todo cuidado y pena” (Alma 40:11–12).
Si aplicamos la Expiación o sacrificio de Jesucristo a nuestra vida, nos arrepentimos de nuestros pecados y nos esforzamos por vivir como Él vivió, Su expiación nos limpiará y permitirá que vivamos para siempre con nuestro Padre Celestial.
Aquellos que no escojan seguir a Cristo ni acepten Su Evangelio, no recibirán esas bendiciones (ver Alma 40:13–14).

¿Cuál es la función de Jesucristo?

Nuestro Padre Celestial envió a Su Hijo Jesucristo para ser nuestro Salvador y mostrarnos la manera de vivir según el plan de Dios. La expiación del Salvador puede lavar nuestros pecados y permitirnos ser merecedores de volver a la presencia de Dios. Después de la crucifixión del Salvador, Su cuerpo fue puesto en la tumba durante tres días hasta que volvió Su espíritu. Como resultado de la victoria de Jesús sobre la tumba (véase Mormón 7:5), todos resucitaremos después de morir y viviremos para siempre con cuerpos perfectos.

Únete a la conversación

En febrero estudiarás sobre el Plan de Salvación en tus clases de la Escuela Dominical, las Mujeres Jóvenes y los quórumes del sacerdocio. La Escuela Dominical en particular se centrará en cómo enseñar el Plan de Salvación. Considera crear una lista de preguntas adicionales que tú o tus amigos podáis tener sobre el Plan de Salvación y compártelas con el maestro y otros jóvenes de tu barrio o rama. Juntos podéis encontrar maneras de ayudar a enseñar esta doctrina a los demás.



Fuente: https://www.lds.org

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